Científicas africanas que se conjuran contra la lepra: “Es una enfermedad olvidada”

La dolencia, una de las 17 enfermedades tropicales desatendidas reconocidas por la OMS, sumó el año pasado 200.000 nuevos casos, pese a que es curable y difícil de transmitir. Investigadores reunidos en la ciudad holandesa de Eindhoven reclaman más fondos y voluntad política para erradicarla.

“Alguien de tu familia o tú debéis de haber hecho algo para que hayas sido castigado con la lepra”. Esta frase, o una muy similar, que irá seguida de la negativa del sanitario que la pronuncia a atender a un paciente con el mal de Hansen, sigue siendo una respuesta habitual en países como Níger. La investigadora y antropóloga nigerina Amina Alio se la ha escuchado a decenas de personas que contrajeron esta enfermedad, provocada por la bacteria Mycobacterium leprae, durante un estudio para averiguar las causas del estigma que sigue acompañando a esta dolencia, que solo el año pasado sumó 200.000 nuevos casos en todo el mundo, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Y eso a pesar de que es muy curable y una de las enfermedades infecciosas menos contagiosas del mundo”, porque es preciso un contacto estrecho durante meses con una persona que no recibe medicamentos, afirma la científica. Más allá de la medicación eficaz, existe sobre todo la posibilidad real de erradicar la lepra, una de las 21 patologías que la OMS califica como “enfermedades tropicales desatendidas” (ETD).

Sin embargo, los científicos que como Alio se reunieron la semana pasada en la ciudad holandesa de Eindhoven, donde la Iniciativa de Investigación sobre la Lepra (LRI, por sus siglas en inglés) celebró un congreso mundial sobre esta afección, coinciden en que hacen falta fondos y voluntad política. “Hay dinero, por ejemplo, para la malaria y la tuberculosis, pero no para la lepra” que, si no se trata a tiempo, deja para el resto de la vida secuelas visibles y discapacidad —afecta a la piel y a los nervios periféricos—, explica la investigadora nigeriana Ngozi Murphy-Okpala. Pese a la falta de inversión y atención, ni Alio, ni Murphy-Okpala ni la tanzana Neema Bendera, que no quiere seguir viendo en su país a “gente mendigando sin dedos”, se rinden: son tres de las científicas africanas que se han conjurado contra la lepra. Acaban de presentar en Eindhoven los proyectos en los que trabajan para contribuir a su erradicación. Para ello, reciben fondos de la LRI u otras organizaciones como Fundación Anesvad, que a través de su programa La Beca de Todas financia a científicas africanas que investigan enfermedades tropicales desatendidas.

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Adrián Medín Gestal (4ºC ESO)